Pareja viaja en bicicleta desde Naucalpan a Argentina
Gustavo Gorostieta y Angélica de la Vega renunciaron a sus trabajos para recorrer el continente americano en bicicleta.
Ella pausó sus consultas como psicopedagoga y él dejó de lado su oficio como realizador visual y, el 30 de junio de 2023, junto con Abigaíl (hija de Angélica) partieron de la Colonia en donde viven, México 68, en Naucalpan, con destino a Ushuaia, ciudad conocida como el “Fin del Mundo”, en Argentina.

El viaje no ha terminado y, a la fecha, han recorrido más de 20 mil kilómetros a lo largo de 8 países de Centro y Sudamérica.

Cada uno se desplaza en su propia bicicleta, llevan en la espalda mochilas con ropa de cambio y un kit de cocina, que incluye gas butano, con el que preparan fideos, lo que acostumbran comer.

“Lo que sí tenemos claro es que vamos a tratar de evitar a toda costa volver a emplearnos, un horario fijo, ahora mismo, nos parece como un poco esclavizante (…), así que vamos a tratar de generar nuestros propios ingresos con proyectos”, Angélica de la Vega, viajera.

También cargan una casa de campaña que instalan en parques o en lugares inusuales, como lo fue arriba de un tráiler que transportaba automóviles.
La pandemia de Covid-19 ayudó a la pareja a reflexionar y darse cuenta que nunca habían conocido otro país que no fuera México.

Además de que se cuestionaron la rutina diaria de trabajar y atender las necesidades de la casa.

Ahora han rodado en avenidas y autopistas de Belice, Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

“Surge esto de un sueño que tengo desde pequeña de viajar por tierra, pero había quedado como de esas cosas que deseas de niño, pero olvidas.

“Yo seguía en la misma Colonia, en el mismo Municipio, todo igual”, comentó Angélica.
Antes de partir, ambos juntaron 60 mil pesos con la venta de muebles y motocicletas que tenían, pero los ahorros ya se terminaron.

Por ello, financian la aventura vendiendo pulseras que hacen con las cadenas de las bicis que terminaron su vida útil.

A cambio, reciben cooperaciones voluntarias y los residentes, sobre todo de Chile y Argentina, han reaccionado de manera positiva, con lo que han reunido dinero suficiente para tener tres comidas al día.

Además, Abigaíl hace pinturas y Gorostieta ofrece postales, fotos y videos que en ocasiones intercambian por hospedaje.

“Perú fue una prueba extrema para nosotros, de resiliencia, de resistencia, nos enfrentamos con carreteras muy estrechas en donde los conductores por allá son bastante temerarios.

“Bastante violentos al manejar, entonces, pasamos riesgos, teníamos que invadir la carretera porque no había acotamiento”, expresó Gorostieta.

En Naucalpan no acostumbraban a usar la bicicleta, pero decidieron usar ese medio de transporte porque consideraron que era económico y que podrían tener más contacto con la gente.

Cuando finalice la andanza saben que sus vidas no serán las mismas, además de que ya planean escribir un libro para compartir sus experiencias.

“Lo que sí tenemos claro es que vamos a tratar de evitar a toda costa volver a emplearnos, un horario fijo, ahora mismo, nos parece como un poco esclavizante, después de tener tanta libertad en el viaje, así que vamos a tratar de generar nuestros propios ingresos con proyectos”, adelantó De la Vega.

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